lunes, 28 de marzo de 2011

El teatro del engaño


Observaba decepcionado el cliché de historia barata, aquella escena contradicción del dialogo manifiesto de la luna diurna, su discurso contaminado con la palabrería del conde que acostumbraba hipnotizar, con frases insulsas, aprendidas durante su teatral rutina. La luna brillaba de día, el conde le hacía compañía, mientras por la noche con una estrella se mantenía, feliz continuaba jugando al propietario de objetos ante sus ojos, nunca sus actos mostraban real sentimiento, tan solo disfrutaba de su doble compañía… Y la luna sumida en la mentira yacía, incapaz de percatarse de su papel activo en la farsa, mientras su arrogante acompañante, continuaba disfrutando del goce de su maraña, y tanto luna como estrella caían en tal patraña… continuaba observando, tal vez con enojo, tal vez decepcionado, o quizá furia entristecida marcaba su caminar, al darle la espalda a tal escena, puesto que su papel en esa obra siempre fue de espectador, y nunca de actor, partía hacia la nada cubierto del manto negro y vacio de su sentimiento, y la mirada fría de su razonamiento…