jueves, 9 de agosto de 2012

No hay razón que explique el corazón

Cruel augurio, mitigante agonía, la rosa marchita que acompaña el desatino… ¿por qué las memorias han dejado de soñar?, ¿por qué las sonrisas del colorido arlequín se han convertido en la taciturna sombra tras el escenario? … son los días noches, son las noches tormento, tormento que retumba en el vacío de un corazón que palpita al unísono con la razón, que sintetiza los colores del arcoíris en fríos témpanos de hielo. Si tan solo loco escuchase su locura, si despertase del hechizo, de la armoniosa melodía que confunde los sentidos, sirena que ilumina la penumbra con su mirada, en cuyos ojos yace el encanto, en cuya sonrisa vive la flama que alimenta la tortuosa penitencia de vivir en el deseo de una ilusión incomprendida… Pese a lo ambiguo del pasaje, sabe bien que no puede huir del sentimiento, no hay razón que explique el corazón ni formula que defina la lluvia de estrellas que se esconde tras una mirada al alma, es en lo abstracto e impreciso de los detalles que se oculta el secreto de aquella ilusión, que como oasis al final del camino se percibe solo a la distancia… es así entonces como un acertijo que espera a ser resuelto que, cual subterfugio a media tarde se posterga y justifica por el miedo, es así como tan solo conserva esa sonrisa y esa mirada en la memoria, es así como cuenta los días, aguarda a que pasen los desvariados pensamientos y decide tan solo esperar con una rosa en su mano, una sonrisa en su rostro y la sinceridad en su mirada…

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